miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un día raro

Hoy es un día de esos en que tienes tantas cosas que contar, tantas ideas en la cabeza, que no puedes pensar con claridad, no puedes escribir de manera ordenada. Las palabras se agolpan y se atropellan unas con otras, sin poder ser capaz de crear una frase con sentido.

Mientras escribo esto estoy escuchadno "Los días raros" de Vetusta Morla, para ver si la claridad llega a mi mente.

Hoy es un día de esos en que necesito escribir, contar como me siento, simplemente para poder desahogarme, sin ninguna gana de que nadie me lea ni me conteste. Simplemente escribir, sin etiquetas ni negritas que ayuden a que mi post sea el primero en Google. No, hoy, quiero escribir y contar que hoy es un día raro.

Hoy y ayer, y el lunes...está semana no ha sido del todo buena. Son esos típicos días que prefieres no levantarte de la cama, deambular con el pijama y no tener que sonreír porque sí. Días en que quieres hablar o escribir sin parar para dejar un legado, un legado de todo lo que está sucediendo y de todo lo que no quieres que se olvide:

Las injusticas sociales, los sueldos miserables, las diferencias entre hombres y mujeres, las injusticias con los menores, sobre la vida y la política, las malas prácticas, las pocas ganas de sonreir, las muchas ganas de gritar y de tirar la tolla. De cambiar de trabajo y de seguir luchando, de poder decir lo que piensas sin necesidad de medir las palabras, de salir corriendo. Y de esa vida, y de aquella muerte.

Ahora que suena la canción, me gustaría estar en el concierto, en el momento justo que sonaba dicha canción para poder saltar y gritar, para que todas esas palabras que todavía se pelean en mi mente salgan y me liberen.

Pero hoy he aprendido una cosa, hoy ha sido un día raro, pero no por ello he dejado de aprender; y he aprendido, que la humildad es algo vital, necesario para ser feliz y dejar a los demás serlo.