lunes, 6 de septiembre de 2010

Señales de tráfico

Igual no soy la persona más adecuada para hablar de las señales de tráfico, pero bueno, más o menos las recuerdo de cuando las aprendí en la autoescuela.
Si que es cierto y lo voy a reconocer, que las señales de velocidad son las que todo el mundo somos capaces de reconocer, pese a no haber abierto un libro nunca y son las que más nos saltamos a la torera.

Luego tenemos por otro lado, aquellas señales odiosas que nos enteramos por primera vez que existen porque aparecen en los test, porque ni las habíamos visto nunca, ni las veremos jamás.
Todo el mundo hemos aparcado mal en algún momento para hacer un recado de un minuto y dejar o coger a un amigo/a.
Pero ahora llegamos al tema central de mi post, los semáforos. Esos odiosos discos de colores que deciden cambiar de color justo en el momento que llegas o cuando más prisa tienes. Creo que fue en mis primeros años de escolaridad cuando me enseñaron la diferencia entre rojo, verde y amarillo.

Comprendo la atracción que sentimos de acelerar cuando vemos el color ámbar en el semáforo, será que recordamos aquel anuncio de, “y tú ¿de quién eres?”, o simplemente que sabemos que nos va a tocar esperar un buen rato.

Lo que no termino de entender es a esas personas uniformadas, que me sancionan por incumplir cualquier señal de tráfico, y en cambio ellas tienen licencia para saltárselas libremente. Se que en ciertas situaciones, es necesario saltárselas y lo comprendo, pero no entiendo que por no esperar un semáforo, coloquen las sirenas y una vez saltado las apaguen como si nada. Será un nuevo código 9-11, saltarse el semáforo que me aburro esperando.

Alguna vez, inocente de mi, he pensado: se lo han saltado porque tienen prisa para llegar a un accidente o alguna otra cosa, pero cuál es mi sorpresa cuando me los encuentro 50 metros más adelante y ponen a prueba la resistencia del relentí de mi motor, que yo creo que cualquier día se me cae la aguja entre los pedales.
Yo también me aburro esperando en los semáforos cuando son muy largos, también llego tarde a los sitios porque he pillado todos los semáforos rojos y también me tuesto al sol esperando a que el semáforo se digne a cambiar de color.

Se suele decir que hay que predicar con el ejemplo, pero está claro que en este caso es mejor no hacerles caso, si se os da el caso podéis decirle que como sus compañeros se lo habían saltado, creías que había cambiado la normativa y ahora el semáforo era al revés, aunque lo más seguro es que la broma os salga un poco cara.

0 comentarios:

Publicar un comentario